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La Organización Mundial de la Salud anunció esta semana que Colombia ha eliminado la ceguera de los ríos, convirtiéndose en el primer país, de los seis endémicos en América, que alcanza este importante hito.
La ceguera de los ríos, u oncocercosis, es una enfermedad parasitaria y una de las principales causas de ceguera evitable en el mundo, con cerca de 18 millones de personas infectadas, en 37 países. El parásito se transmite a través de pequeñas moscas negras que se crían a lo largo de los ríos de corriente rápida y, una vez que ha infectado, puede causar dolorosas lesiones cutáneas, picazón intensa y enfermedad ocular que con frecuencia conduce a una ceguera irreversible en los seres humanos.
Aunque la ceguera de los ríos no es una causa directa de la mortalidad, puede reducir significativamente la esperanza de vida y tiene un impacto socioeconómico tremendamente negativo en la población afectada. Debido a los debilitantes efectos y al estigma social de la enfermedad, la oncocercosis afecta la capacidad de las personas para trabajar, ir a la escuela o atender la casa. Tener poblaciones con infecciones crónicas afecta a las oportunidades de crecimiento económico de regiones enteras, lo que deriva en un círculo de pobreza perpetua.
El éxito de Colombia puede atribuirse a la combinación de una sostenida colaboración público-privada, la administración masiva de medicamentos y al acceso permanente a la educación sanitaria. Los esfuerzos de colaboración fueron dirigidos por el Centro Carter, a través del Programa de Eliminación de la Oncocercosis en América (OEPA) y el Instituto Nacional de Salud de Colombia, junto al apoyo del Ministerio de Salud y Protección Social, la OPS/OMS y Merck.
La estrategia se basa en la administración masiva de ivermectina, un medicamento antiparasitario donado por Merck, dos veces al año durante 12 años consecutivos, en la comunidad endémica final y aislada de Naicioná, en la región del Cauca. El tratamiento comunitario con el medicamento terminó en 2008, una vez que se logró la interrupción de la transmisión de la enfermedad. Antes de recibir la certificación de su estado, se llevó a cabo un período de vigilancia posterior al tratamiento durante varios años, para determinar si la enfermedad estaba aún presente en la comunidad. Otra de las claves del éxito fue la participación comunitaria y la educación para la salud, con vistas a aumentar la comprensión de la necesidad de continuar utilizando el medicamento, año tras año.
La eliminación de la oncocercosis en América está ahora a nuestro alcance, con México, Guatemala y Ecuador a la espera de recibir la verificación de la eliminación en un futuro próximo, y sólo una zona aislada entre Brasil y Venezuela que continúa siendo endémica.
Aunque esta es una noticia de celebración para América, el 99% de todos los casos de ceguera de los ríos se producen en África. Una hazaña mucho mayor será la capacidad de replicar el modelo de Colombia en regiones con menos compromiso financiero y político, pese a lo cual el largo esfuerzo de diez años ofrece esperanza donde antes no habia.